lunes, 9 de septiembre de 2013

Una oferta fácil de rechazar


Peli: "La migliore offerta"
Puntuación: 5/10







"Feca", o "feka" es una palabra que no encontraréis en el diccionario y que ha ganado paso en mi léxico gracias a Calle 13. Es una palabra en Spanglish muy de "puertorro" que viene del inglés fake y viene a significar mentira o de mentira y por extensión todo lo que es falso, fullero. A mí me gusta especialmente porque suena guay y a la vez fatal, se te llena la boca, es como algo falso y a la vez mierdoso (¿fecal?). ¡Admitidla en vuestro vocabulario!

Y por qué os largo esta milonga, os preguntaréis (aparte de para ofreceros una valiosa perla lingüística que no sabréis apreciar). Es que la última peli de Giuseppe Tornatore trata de la falsedad en el amor y en el arte. Y ahora que acabo de verla no he podido quitarme de encima la palabra feca. Feca, feca y feca.

"La migliore offerta" es una producción italiana rodada en inglés en la que Geoffrey Rush interpreta a Virgil Oldman, un maniático y excéntrico tasador de arte, solterón y director de subastas mezcla entre Mr Scrooge, Miranda Priestly y el catador de "Ratatouille" al que se le ofrece en tasación la colección particular de una misteriosa familia. La heredera, Claire, muestra una reticencia inusual a dejarse ver. El propio Virgil siente aversión al contacto directo con las mujeres, a las que solo puede ver en lienzo. Precisamente por eso no puede sino sentir una insidiosa curiosidad por desvelar el aspecto real de la damisela que le niega su imagen. Debido a su distanciamiento del mundo, el flemático y desinteresado Virgil requiere la ayuda de un don juan jovenzuelo y experto en objetos mecánicos antiguos que le ayuda a adentrarse en una trama de misterios en la que nada es lo que parece. Experto en falsificaciones en el mundo del arte, Virgil se encuentra irónicamente desarmado para descifrar los códigos de la vida real.

La idea principal no está mal: incluso en una falsificación hay algo de valor único ya que el artista no puede evitar poner algo de su corazón. Todo autor, incluso cuando miente, quiere decir algo auténtico aunque intente evitarlo. Y esto se puede aplicar a todo en la vida, todo se puede fingir, la pena, la enfermedad, el dolor e incluso el amor. Pero cuando se hace, siempre hay un punto, por mínimo que sea, de verdad. El equilibrio de la película recae en este punto ínfimo. ¿Hacia dónde caerá la verdad?  

Tornatore firma una historia que se desarrolla en cuatro o cinco escenarios, de forma casi teatral. Las escenas se suceden en los mismos de forma repetitiva, casi cíclica. En cada ciclo se da un paso más en la resolución de la trama, pasito a paso. Pues bien, a medida que se avanza, menor es el nivel de verosimilitud. Puede que parte del problema venga de la falta de química de Rush con los actores jóvenes, a años luz de él. Puede que sea el montaje, poco elegante, por momentos torpe. Puede que sea simplemente un guión que suena a falso en las bocas de los personajes (¿traducción del italiano?). O puede que sea una mezcla de todo, el caso es que mientras más avanzan los minutos, menos se traga uno la bola global.

Colecciono chicas, pero no estoy loco













Ya en su poética Aristóteles explica el arte como imitación de la naturaleza. Según el sabio, la calidad de una obra se mide acorde a lo cercana que esté de lo que representa. Mientras más parecido, mejor. El primer artista de las cavernas posa el dedo mojado en tinte en la piedra y traza la línea primera de un hombre, un animal, un árbol. Ha nacido el arte, y desde entonces no ha cambiado tanto en lo más esencial: para hacer buen arte hay que recibir mucho input y luego trabajar mucho, a efectos prácticos, COPIAR mucho. Copiar, trabajar, copiar. Pintores en las orillas del Sena y en los museos, músicos escuchando una sinfonía una y otra vez, directores de cine empapándose de otros directores más viejos y más talentosos que ellos.

Está claro que esta visión del arte como representación de la realidad quedó obsoleta hace mucho tiempo. No siempre se representa la naturaleza, a veces se representa al propio arte y muchas veces simplemente no se representa absolutamente nada. De todos modos y si no me equivoco esta obra pretende ser satírica por un lado y no poco representativa por el otro y me refiero al retrato preciso de Virgil Oldman, interpretado por Geoffrey Rush, que hace un trabajo fuera de serie. El retrato mismo es exitoso, pero el rito de paso del personaje resulta pedestre y superficial. El personaje y el actor merecían más.

"La migliore offerta" es original en los temas, no así en el desarrollo. El cuadro se aposenta sobre un lienzo de calidad. La presentación es deliciosa; la fotografía, exquisita. Rush, un deleite de personalidad que pone los colores primarios en la obra. El gran mundo del arte, las subastas y el valor absurdo de las obras auténticas queda bien plasmado en el prólogo, al que no hay nada que objetar. Pero resulta irónico que la propia película, basada en la idea de la falsedad, adolezca de la calidad narrativa para que parezca verosímil. Hay dos o tres diálogos y situaciones que son pura feca, de arriba abajo. En general toda la relación entre Virgil y con Robert es infumable y nada creíble. La primera parte con la chica, pase. Pero cuando rompen la barrera, el rollo amoroso también empieza a caer en picado. Y un par de grandes pegotes: la enana prodigio y el androide, a mi parecer una gran chorrada metida con calzador.

¿Feca? ¿Eso qué significa?













No quiero dejar de decir que en esencia la peli es inteligente y ni mucho menos mala. Puede que en parte el problema es que intenta tocar demasiado palos. Admito que no soy seguidor de Tornatore y sin embargo volvería a ver una peli suya, pero me parece que aquí peca de farolero en muchos momentos y se le ve el truco, parece que la historia le quedara algo grande.

En resumen: un Geoffrey Rush espléndido y una fotografía maravillosa no consiguen salvar lo burdo del predecible guión y el desaguisado de los actores jóvenes que no dan la talla. La peli es mayormente y por desgracia, una considerable feca.

¡A la hoguera!